Desde hace algunos años, la ciencia ha comenzado a mirar hacia adentro, literalmente, para entender mejor cómo vivimos y envejecemos. En el centro de esta búsqueda está el microbioma intestinal: una comunidad de billones de microorganismos que habita nuestro sistema digestivo y que, según diversos estudios, podría tener un papel crucial en la forma en que envejecemos.
El microbioma empieza a formarse incluso antes del nacimiento, influido por factores como el tipo de parto (vaginal o cesárea), la lactancia, el entorno y la alimentación. Durante la infancia, esta comunidad microbiana no solo ayuda a digerir alimentos, sino que también participa en la formación del sistema inmune. Un ecosistema intestinal diverso y equilibrado desde temprano se asocia con menor riesgo de enfermedades como alergias, asma o diabetes tipo 1.

Una microbiota en equilibrio: clave para una adultez saludable
En la edad adulta, esta comunidad microbiana se vuelve más estable y personalizada, como una huella dactilar. Aunque puede verse afectada por factores como el estrés, la dieta, la actividad física o el uso de medicamentos, en general mantiene un equilibrio que influye en nuestra salud metabólica, en el funcionamiento del sistema inmune y hasta en nuestro estado de ánimo. Dietas ricas en fibra, como la mediterránea, o la práctica regular de ejercicio, han demostrado tener un impacto positivo en la diversidad y funcionalidad del microbioma.
Además, se ha observado que las personas con mayor diversidad microbiana intestinal tienden a tener menor riesgo de obesidad, enfermedades cardiovasculares, trastornos digestivos y otras condiciones crónicas. Esto refuerza la idea de que nuestro estilo de vida puede moldear, para bien o para mal, la salud invisible que habita en nuestro interior.

Envejecer con salud también depende de nuestro microbioma
A medida que envejecemos, es común que la diversidad del microbioma disminuya. Sin embargo, esto no es inevitable. Algunos adultos mayores, especialmente aquellos que llegan a edades avanzadas con buena salud, conservan una microbiota rica y diversa. Estas personas —los llamados «superenvejecientes»— presentan una alta presencia de organismos asociados con menor inflamación, mejor digestión y una respuesta inmune más equilibrada.
Por el contrario, los adultos mayores con enfermedades crónicas o que viven en instituciones suelen mostrar un ecosistema intestinal más deteriorado: menos microorganismos protectores y más especies vinculadas a procesos inflamatorios. Esto puede tener un impacto directo en su vitalidad, en su estado cognitivo y en su capacidad para recuperarse de enfermedades.
Lo alentador es que la microbiota sigue siendo moldeable. A cualquier edad, aumentar el consumo de fibra, realizar actividad física, reducir el uso innecesario de antibióticos y cuidar la salud emocional pueden ayudar a mantener un ecosistema intestinal más fuerte.

Un mensaje desde Arati/Astrolab Bio
Creemos que entender el cuerpo es una forma de reconectarnos con él. La microbiota no es solo una tendencia científica: es una aliada silenciosa que puede marcar una diferencia real en cómo vivimos y envejecemos. Por eso te invitamos a hacer pequeños cambios que suman: una alimentación más consciente, más movimiento, más contacto con la naturaleza y contigo mismo.
Tu bienestar empieza por dentro. Y desde ahí, florece hacia todo lo demás.

Bradley E, Haran J. The human gut microbiome and aging. Gut Microbes. 2024 Jan-Dec;16(1):2359677. doi: 10.1080/19490976.2024.2359677. Epub 2024 Jun 3. PMID: 38831607; PMCID: PMC11152108.
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